lunes, 25 de julio de 2011

LAS TARDES TRISTES DEL VERANO

Igual yo estoy echo de otra pasta, pero últimamente estoy muy sensible a las desgracias ajenas. Miro y leo a mi alrededor y observo que a la especie humana ya no le vale divisiones entre sexos o razas. La cosa se está poniendo muy complicada, y no hay día que uno se asome a cualquier medio de difusión, incluidas las redes sociales de intenet, en que se tenga la suerte de encontrar una noticia que anime a seguir viviendo. Todo son tragedias, malos datos económicos, guerras acá y acullá, desverguenzas que afloran de las altas esferas del poder, ciudadanos como nunca cabreados y descontentos, ... No existe faro de luz que ilumine la ruta que lleve a buen puerto. No existen figuras señeras en la casta intelectual (nunca hemos estado más huérfanos de ella): domina la mediocridad, el relumbrón, el hablar por hablar sin decir nada, la callada y cobarde resignación frente al poder. Si uno se asoma al mundo del Facebook, salvo honradas excepciones, el panorama es deprimente. No existen reflexiones elaboradas, opiniones acertadas, sentimientos vivificantes,... La mayoría, pura basura dialéctica y, cuando no, un uso sectario y malsonante del contraargumento. Algunos se recrean en las degracias ajenas cuando pertenecen al otro bando, otros manifiestan un pobre empaque intelectual y no van más allá de juntar tres o cuatro palabras para formar un oración, otros ignoran las medidas que se cuecen en los centros del poder y la mayoría siguen al tonto que camina por la linde, se acabe ésta o no. Quizás sea más acertado, dada la complejidad de las sociedades actuales, dividir a la humanidad en dos grandes grupos y así simplificar bastante la cuestión: están los que se enteran de qué va la cosa y están los que no se enteran de nada o casi nada, o sea, listos y tontos (entre estos incluyo a algunos alienistas). Benditos seáis, seamos, estos últimos, porque pronto olvidan/mos lo que hace daño a la estabilidad emocional.

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