sábado, 20 de agosto de 2011

TRASUNTO DE UNA ESTUPIDEZ.

Sugiero que aprendamos a vivir. Que la vida no es la rutinaria embestida que cada día nos invita a lo mismo. Que cada día debería de ser distinto, si no mejor que el anterior. Que las luces del alba, al despertar nuestros sentidos, nos haga sentir que empezamos un nuevo amanecer, que, aunque parezca igual, nuestro sentimientos cabalguen sobre lomos de un caballo que nos haga vibrar de forma diferente, que el galope sea tal que nuestro ánimo nos haga pensar que el destino es distinto. Que al descabalgar, sintamos bajos nuestro pies que la tierra, esa tierra firme, asiente nuestros sentidos y no haga anhelar la llegada de un nuevo atardecer que nos invite a la esperanza. Esperanza de saber que el día anterior fue pleno de sensaciones que invitaron a alimentar el deseo de un nuevo día.

lunes, 25 de julio de 2011

DOS SON MIS HIJOS, DOS SON MIS CORAZONES

SI TE DICEN QUE MORÍ,
HIJA, ALÉGRATE, AL FINAL LA VIDA FUE VERDADERA.
SI TE DICEN QUE ME FUÍ,
HIJO, ALÉGRATE, LA LIBERTAD FUE MI COMPAÑERA.

LA DURA CARA DEL ASESINO

Existió una vez un hombre noruego, llamado con un nombre noruego así tal como Anders Behring Breivik. Por aquella fecha, a comienzos de la segunda década del siglo XXI, este ser humano extraño, raro, tenía 32 años. Fue triste protagonista, para vergüenza de sus congéneres, de la matanza o asesinato, que lo mismo duele, de más de 70 semejantes porque sí. Observando su foto en un periódico de la época, a la salida de lo que en ella se hacía llamar juzgado (es decir, un centro oficial donde unos funcionarios que se llamaban jueces que, pues eso, enjuiciaban y castigaban las conductas de los seres menos humanos), ofrecía la faz de un hombre de facciones correctas y mirada viva y cargada de expresividad inteligentes. Con su media sonrisa parecía dar a entender que se sentía liberado y, además, orgulloso de quitar un peso, de limpiar de algo muy sucio para la sociedad de aquella época. Afortunadamente, lo seres humanos que sobrevivimos al animalismo más salvaje de esas épocas pretéritas, aprendimos: a vivir sin normas impuestas; a vivir sin la insoportable, omnipotente, omnipresente y castradora opresión para la libertad individual de una antigualla llamada Estado; a que vivir no es morir en vida; a que la libertad es tan vital para le existencia del ser humano como el aire; a respetarnos, querernos y ayudarnos mutuamente para ser mejores cada día; a que la codicia, la injusticia, la desigualdad y la violencia no derivan, ni siquiera para su promotores, en la reafirmación de la naturaleza del ser humano; que en el ser humano es posible sólo la bondad, y que en lo más profundo del ser y sentirse humano anida y anidará siempre la utopía, se llame Anarquía, se llame Paraíso en la Tierra, se llame Libertad.

A QUE JODE?

Hay quien sabe sentir y no sabe transmitirlo mediante la escritura, y hay quien sabe escribir pero no sabe transmitir sus sentimientos. Duro trance.

LAS TARDES TRISTES DEL VERANO

Igual yo estoy echo de otra pasta, pero últimamente estoy muy sensible a las desgracias ajenas. Miro y leo a mi alrededor y observo que a la especie humana ya no le vale divisiones entre sexos o razas. La cosa se está poniendo muy complicada, y no hay día que uno se asome a cualquier medio de difusión, incluidas las redes sociales de intenet, en que se tenga la suerte de encontrar una noticia que anime a seguir viviendo. Todo son tragedias, malos datos económicos, guerras acá y acullá, desverguenzas que afloran de las altas esferas del poder, ciudadanos como nunca cabreados y descontentos, ... No existe faro de luz que ilumine la ruta que lleve a buen puerto. No existen figuras señeras en la casta intelectual (nunca hemos estado más huérfanos de ella): domina la mediocridad, el relumbrón, el hablar por hablar sin decir nada, la callada y cobarde resignación frente al poder. Si uno se asoma al mundo del Facebook, salvo honradas excepciones, el panorama es deprimente. No existen reflexiones elaboradas, opiniones acertadas, sentimientos vivificantes,... La mayoría, pura basura dialéctica y, cuando no, un uso sectario y malsonante del contraargumento. Algunos se recrean en las degracias ajenas cuando pertenecen al otro bando, otros manifiestan un pobre empaque intelectual y no van más allá de juntar tres o cuatro palabras para formar un oración, otros ignoran las medidas que se cuecen en los centros del poder y la mayoría siguen al tonto que camina por la linde, se acabe ésta o no. Quizás sea más acertado, dada la complejidad de las sociedades actuales, dividir a la humanidad en dos grandes grupos y así simplificar bastante la cuestión: están los que se enteran de qué va la cosa y están los que no se enteran de nada o casi nada, o sea, listos y tontos (entre estos incluyo a algunos alienistas). Benditos seáis, seamos, estos últimos, porque pronto olvidan/mos lo que hace daño a la estabilidad emocional.