sábado, 20 de agosto de 2011

TRASUNTO DE UNA ESTUPIDEZ.

Sugiero que aprendamos a vivir. Que la vida no es la rutinaria embestida que cada día nos invita a lo mismo. Que cada día debería de ser distinto, si no mejor que el anterior. Que las luces del alba, al despertar nuestros sentidos, nos haga sentir que empezamos un nuevo amanecer, que, aunque parezca igual, nuestro sentimientos cabalguen sobre lomos de un caballo que nos haga vibrar de forma diferente, que el galope sea tal que nuestro ánimo nos haga pensar que el destino es distinto. Que al descabalgar, sintamos bajos nuestro pies que la tierra, esa tierra firme, asiente nuestros sentidos y no haga anhelar la llegada de un nuevo atardecer que nos invite a la esperanza. Esperanza de saber que el día anterior fue pleno de sensaciones que invitaron a alimentar el deseo de un nuevo día.